Tú no eres lo que piensas. Percibes la realidad en función de tu mapa mental y tu sistema de almacenamiento, que se basa en las experiencias conocidas. La única forma que tienes para retomar las riendas de tu vida y marcar el rumbo de forma consciente, es tomando el control sobre tu mente, o por lo menos conociéndola lo suficientemente bien como para que no te condicione. ¿Y qué quiero decir con eso? Que no te identifiques con esa voz que suena en tu cabeza, que no permitas que ella ejerza el control sobre tu ser, sobre tu alma y sobre tu corazón, porque ellos no responden a la mente, sino al amor, y esa es tu intuición.

Todos los rasgos o valores que constituyen nuestra identidad se basan en una decisión entre dos posibilidades, entre las cuales, una se integra y la otra se descarta. De este modo, nuestra identidad se forma mediante la integración de ciertos polos y la exclusión de sus opuestos. Creemos siempre ser solo aquello con lo que nos identificamos o ser como nos vemos. Nos simulamos, y esta es la mayor mentira contada, el mayor engaño cometido con nosotros mismos toda nuestra vida.

“Los hombres se empeñan en aceptar un único polo y combatir el otro. Pero quien combate cualquiera de los polos de este universo, combate el todo.”